CONTRA LOS POETAS: ENSAYO ACERCA DE LA HUMILDAD

Santiago Caruso – La voz del amo

Lengua-bandera-quemada:
el sol es un manto frío sobre mis huesos.

Náusea de todo aquello alcanzado por la vista;
náusea mía y del abrazo.

Yergo mi sombra
y la joroba es una lágrima
fabricada hace ya veinticinco años.

Ninguna lengua detendrá la bala,
ninguna página calmará el hambre.

Entender el oficio es comprenderse inútil.

Lengua-bandera-quemada,
nada más saberse este sitio diluido,
esta brisa blanda que mece los párpados,
que irrita la sangre por unos segundos,
que flexiona el músculo por el cual nos sabemos llanto.

 »Escribir para no morir»:
      he aquí el más hermoso de los lugares comunes.

Salvo a la hormiga
porque pretendo que ella salve al hormiguero.

Entiendo que mi carne y la tierra
alimentan un árbol hipotético,
en él: los gusanos que nacieron de mi tórax
reptan su amor de invierno:
inauguran las flores.

El director es preciso: escena 19 – toma 7

EXT. AUTOPISTA / ÁRBOL A MEDIA TARDE / VOZ EN OFF

[El árbol es inútil y lo sabe, pero su sombra cobija los besos de los amantes.
El árbol es inútil y lo sabe, pero los perros orinan sobre su tronco.
El árbol es inútil y lo sabe, pero se quema y apaga el frío en otros cuerpos]

Lengua-bandera-quemada

Lengua-bandera-quemada

Lengua-bandera-quemada

Lengua-bandera-quemada

Lengua-bandera-quemada

Lengua-bandera-quemada

Lengua-bandera-quemada

Lengua-bandera-quemada

Lengua-bandera-quemada

Emergen las palabras de un lado de la pantalla.
La repetición llena el contorno; ocupa el vacío.

La ceguera nos habla de la quietud;
                              de la geografía del silencio.

FIN DEL CORTO / FONDO NEGRO/ APARECEN CRÉDITOS

El poeta frente a la página,
frente al blanco y enorme ojo de dios.

El poeta diminuto frente a sí mismo,
comprende que no existe perpetuidad.

Nace la palabra,
y su lugar únicamente sostenido en la transparencia.

Aquí no hay enciclopedias,

 aquí no hay mapas para cincelar nombres que rellenen cuadernos.

Cuando se lea la palabra »poeta» en el diccionario:
                    espero que ninguno tenga la esperanza de encontrar nombre en él.

Sólo la sangre y su paso en otros rostros, sólo el golpe y su hematoma y su corto calendario, sólo el desvío amoratado en la quijada, sólo el amor y su palpitar enfermo entre la hiedra, sólo eso dentro del ataúd, sólo eso…, solos.

Lengua-bandera-quemada, 

para esta patria del lenguaje: que nos hemos inventado.


Josué Andrés Moz (San Salvador, 1994).

Poeta y gestor cultural. Actual estudiante de la Licenciatura en Letras en la Universidad de El Salvador. Ha publicado poemas en diversas revistas literarias, así como en distintas antologías dentro y fuera de su país. Publicó Carcoma (Editorial La Chifurnia, 2017) y Pesebre (Editorial La Chifurnia, 2018) y la Babel (Editorial Malpaso, 2020) Miembro del equipo coordinador del Festival Internacional de poesía ‘‘Amada Libertad’’, director de los ciclos permanentes de poesía: ‘‘Los Heraldos Negros” y miembro coordinador del Encuentro de Poesía de San Salvador. Ha participado en diferentes festivales y congresos de literatura. Es corresponsal de Revista colombiana Literariedad por parte de El Salvador. Parte de su obra ha sido traducida al inglés.

HAIKUS NATURALES

Foto: Lucía Rothe

I

Mi asombro para
en los ojos del mundo:
humilde hormiga.

II

Bromelia, lluvia.
El agua se vuelve
flores de agua.

III

Sobre mí, el cielo
las naranjas bebés
y la lluvia.

IV

Orquídea, seda
de todo el valle.
¡Tan blanca y quieta!

V

Lluvia de hojas:
Un sauce gotea
sus fibras al suelo.

VI

La lluvia empoza
en bromelias el sol;
un hombre canta.

VII

Lluvia blanca.
Caen memorias
charco de infancia.

VIII

Hay luz y lluvia.
Un mango cae
Sol de verano.

IX

Montañas subo;
mi cansada piel
los brezos rozan.

X

Camino calles
más hondas que el pozo,
más largas que el ser.

XI

La muerte viva
en el pico del águila
su grito muerde.

XII

¡Aya, los mares!
Sed de la sal y la arena,
dorsal espuma.

XIII

Reposa la
mariposa en las ramas
con hojas de alas.

XIV

Agua de noche
bajan las montañas
sin nombre.

XV

Saltos de ardilla:
los caminos de un tronco
rasgan el cielo.

XVII

Diciembre, brisa
que los soles revelan:
¡Bella mujer!

XVIII

Silbido de hojas.
La ardilla escala rápido.
Árbol de mango.

XIX

En San Antonio,
nísperos japoneses
para el monje.

XX

El cristofué
come del arroz crudo.
Un carro pasa.

Un haiku pregunta, otro responde…

–¿Acaso alguien
sabe dónde se esconde
el manso viento?

–¡Adentro, adentro!
en los árboles bajos
de un corto verso.

Serie de haikus entre guerra y paz

Pozo de rosas.
La rabia es piedra y salpica,
vuelve a ser paz.

Así los hombres
de las almas más hondas,
absorben golpes.

Estrechan sendas
las fronteras troceadas
entre hombre y hombre.

Sonríen sierras,
se empoza la vida,
se canta y llora.

Perdón renace
de volcanes humanos
del corazón.


Juan Lebrun
Nació el 21 de marzo de 1997. Realizó el diplomado de Narrativas
Contemporáneas a los dieciséis años. Participó en la restauración de la
Cromointerferencia del color aditivo, presidido por Francisco Camino, como fotógrafo y restaurador. Resultó en el séptimo puesto en el 1 er concurso internacional de sonetos a los pueblos originarios, organizado por el Centro Cultural Kemkem de Catamarca, Argentina. Ganó el slam poético de la Universidad Católica Andrés Bello. Estudió en el Taller de jazz de Caracas hasta que clausuró. Tocó teclados y guitarra durante cuatro años en la banda de blues, Balason&son, con el artista plástico, Sigfredo Chacón. Ha
sido publicado por la revista Letralia de Venezuela, Prodavinci y El Diario. Su traducción de las primeras dos estrofas de La Chanson de Roland fue publicada en Buenos Aires Poetry. Su traducción del poema Noël fue publicada también en Buenos Aires Poetry. Actualmente, está trabajando en un libro de conversaciones con Armando Rojas Guardia y estudia Letras en la Universidad Católica Andrés Bello.

No todo es tangible

Hay una cierta formalidad en las expresiones locales en las que incluso la queja toma formas predecibles que evolucionan según una danza prevista que se puede intuir. El reciente acoplamiento de lo que eran el Ministerio de Culturas y el de Deportes al de Educación nos ha sacado lo menos admirable de nosotros. Como todo, primero la ofensa y el descontento, luego la burla.


Se ha puesto a la luz una profunda ignorancia del papel del arte en Bolivia y no nos referimos al cierre de estos dos centros administrativos que poco se les puede rescatar en tantos años de funcionamiento, sino a las actitudes con las que ha sido recibida la noticia por los sectores culturales, la población en general y cualquiera que tenga acceso a alguna red social.


Bolivia es un territorio que valora más lo útil, inmediato y tangible. El arte no es nada de eso. El significado inmaterial del Ministerio está más allá de las obras mal planificadas o los presupuestos no ejecutados, representa la validación de una ocupación que a pesar de ser intrínseca al ser humano (léase: la cultura), es vista como un accesorio más de la clase media y del citadino privilegiado.


Es verdad que el artista no necesita un aparato estatal para hacer arte, porque finalmente se lo entrena desde una tierna edad a estar siempre en falta. El círculo es evidente: legitimizar el arte como oficio, terapia, carrera o hasta fama y quedar siempre a medias por no poder probar su utilidad. La cultura no solo es patrimonio de todos, como se repite tanto, la cultura es lo que somos. Es la constitución mental y espiritual de un individuo y de su relación con el colectivo que presenta una permanente tensión invisible. El arte en singular y las culturas en plural no son un agregado que elegimos tener o desechar.


La pérdida de un Ministerio de Culturas no es la pérdida del dinero que se gastaba en fiestas, premios y entradas. La pérdida de un Ministerio de Culturas es la deshumanización de un territorio que no sólo le costaba hablar un mismo lenguaje y mirarse a la cara. La pérdida no es el Ministerio, es habernos dado cuenta de una vez por todas que nunca vamos a poder entender porque un ataúd abandonado a los gases lacrimógenos duele tanto a algunos pero no a otros.